JUEGOS PSICODÉLICOS:
Un manual para el uso del LSD.
Por Lisa Bieberman
Publicado por el
centro de información psicodélica
26 Boylston St.,
Cambridge, Massachusets
Copyright 1967 por Lisa Bieberman
Título original: SESSION GAMES PEOPLE
PLAY: A manual for the use of LSD
Dedicado con amor a Frank Ferguson, quien me dio mis primeras
semillas de Gloria de la mañana, y a
Barbara Dunlap, quien me entró a casa para protegerme de la lluvia.
Contenido:
Introducción
Así que vas a tomar LSD
Juegos psicodélicos
Sácame de aquí
Este no cuenta
Juegos de evasion
El bebé
El diván
El borracho
Tengamos una orgía
¿Donde está Harry?
El adivinador del pensamiento
Tengo todas las respuestas
El mesías
Nosotros contra ellos
Parada apresurada
Unos cuantos consejos
Así que has probado el LSD
Apéndice sobre otras drogas psicodélicas y sus dosis
Introducción
La necesidad de un manual práctico para
el uso del LSD se ha vuelto evidente para aquellos interesados en los problemas
psicodélicos de los últimos cuatro años. Con más y más personas del común
tomando LSD y drogas similares, y con los supuestos expertos que no tienen algo
más instructivo que decir que “Nó lo hagas”, el principiante muchas veces no
tiene ningún lugar para encontrar la información más elemental. Sesiones
miserables son muchas veces el resultado de no conocer las reglas básicas, las
cuales pueden ser tan convencionales como el hecho de saber cuánto dura una
sesión.
La literatura limitada que existe sobre cómo
conducir sesiones de LSD está dirigida usualmente al guía profesional,
experimentador o terapista. Este manual está dirigido al consumidor mismo. En la actualidad, aconsejar al usuario para
“encontrar un guía calificado” no tiene sentido. Guías competentes, disponibles
para guiar sesiones para otros que no sean amigos cercanos, simplemente no
existen. No puedo pensar en nadie, en ningún lugar a donde podría mandar a un
extraño para que sea guiado en una sesión de LSD. Y es muy rara la persona que
está dispuesta a esperar con la esperanza de que un lugar así pueda ser encontrado
eventualmente. Hay que esperar que la situación actual no continúe, pero al no
divisar ningún cambio inmediato debemos lidiar con el problema actual tal como
existe hoy. En próximos años, cuando podamos tener esperanza de que existan
centros psicodélicos, en el que trabajen guías experimentados, un manual como
este seguirá siendo útil, porque la experiencia del LSD, tan personal y subjetiva
como es, está afectada por la actitud individual y el comportamiento más que
por cualquier otra cosa.
La literatura restante disponible para
el hombre común está demasiado enfocada en las descripciones poéticas del
estado en el que el LSD pone a los consumidores, o en interpretaciones en
términos de misticismo oriental. Me ha impresionado el número de personas que
han tomado LSD después de leer estos libros y han quedado atrapados en una
situación desagradable que cualquiera que hubiera realizado tres sesiones les
pudiera haber prevenido.
Este libro no es, entonces, una guía a
través del paraíso, sino una discusión realista de la clase de cosas que pueden
salir mal en una sesión de LSD y cómo prevenirlas. Para aquellos que quieran
una visión más pomposa les recomiendo “The
joyous cosmology” de Alan Watts y “Psychedelic
Prayers after the Tao Te Ching” de Timothy Leary.
Me disculpo con mis lectores hippies por
la palabra anticuada “sesión” (palabra vintage de 1963), porque me doy cuenta
que el término actual es “trip”. Aprendí a llamarlas sesiones bajo la
influencia de Leary y Alpert en Harvard y nunca me he acostumbrado a pensar en
el evento del LSD como un viaje, lo que sugiere irse lejos, cuando para mí el
LSD significa un estado intensificado de estar aquí y ahora. Simultáneamente,
debo disculparme con mis lectores no hippies por el uso de modismos como “tripiado”,
“subir”, “bajar”, “engomado” en lugares donde el lenguaje convencional podría
ser usado todavía. Creo que el significado de estas palabras será evidente en
el contexto, y he tratado de no usarlas demasiado. Creo que “tripiado”
es una palabra engañosa para describir el estar bajo la influencia del LSD,
pero la uso por brevedad.
Así que vas a tomar LSD
Así que vas a tomar LSD. Tienes algunos
papeles, preferiblemente de una fuente confiable. Has leído una variedad de reportes
al respecto, algunos de los cuales deben haberte atraído. Tienes una idea de la
clase de experiencia que buscas, pero eres cauteloso por miedo de tener un “mal
viaje”.
Lo que puedes no darte cuenta es que la clase de
sesión que tengas depende mucho de ti. Posiblemente tienes un amigo experimentado
en el LSD para que te guíe. Esto es bueno, pero sin embargo, no importa que tan
buen guía sea tu amigo, tendrás que hacer la mayor parte del trabajo tú mismo.
¿Trabajo? ¿Tripiarse puede ser trabajoso? Si, una
sesión psicodélica es un trabajo muy duro, aunque puedas hacerlo sentándote,
estando quieto y callado. Podrías tener que examinar tu filosofía completa de
vida, incluyendo áreas que no has examinado por años, si es que alguna vez lo
has hecho. Puedes encontrarte con opciones o decisiones que son muy difíciles
de hacer. Tu vida, tus hábitos, tus relaciones con otros van a ser analizadas.
Para cuando finalices la sesión, vas a estar muy cansado.
¿Entonces el LSD no es divertido? Has escuchado
que es una experiencia de éxtasis. Lo es, o puede serlo. Pero es una clase muy
diferente de diversión que cualquiera que conozcas, desde recreación ordinaria
hasta otra clase de drogas. Ir a una sesión de LSD con la idea de que va a ser
una traba tranquila y sin preocupaciones es un error que lleva hacia juegos de
malos viajes.
¿Deberías tomar LSD entonces? Este libro no
responde esa pregunta debido a que no conozco la respuesta, y sospecho que ya
te habrás hecho a la idea de algún modo. No hay ninguna condición mental o
física conocida que sea una contraindicación definitiva al LSD en todas
circunstancias. No quisiera tripiar a (a) una persona con menos de 18 años o
(b) una persona con una historia clínica de psicosis, pero no diría
dogmáticamente que una persona así no pueda tener una buena sesión bajo guía.
Creo que un adulto saludable puede tener una
experiencia psicodélica beneficiosa y segura, asumiendo que la persona sabe qué
hacer y que sus expectativas no sean poco realistas. Algunas de las
expectativas poco realistas son: (1) Que el LSD va a curar algo, (2) que el LSD
te va a dar poderes psíquicos, (3) que puedes tener una experiencia de “super
sexo” con él, (4) que tu experiencia de LSD va a ser como la de tu amigo Joe, o
como alguna experiencia de la cual hayas leído; (5) que va a ser como la
marihuana, sólo que un poco más fuerte, (6) que si no te gusta siempre puedes
tomar un tranquilizante y apagar el efecto; (7) que tomar LSD va a mejorar tu
memoria o tu I.Q.
Si te estás acercando una experiencia con LSD por
alguna de estas nociones en mente, olvídate de ellas ahora. El LSD no es magia.
No te va a hacer más inteligente, o darte ninguna clase de poder especial. Tu
experiencia va a ser propia, y no como ninguna que hayas escuchado. El LSD te
da una nueva perspectiva de tu vida por varias horas, y puesto que es tu vida
lo que vas a observar, no va a ser como la sesión de nadie más. El LSD no es
como la marihuana en absoluto, a pesar de que los marihuaneros se vanaglorien
de lo contrario. La sesión puede, o puede que no “cure” algunos de tus
problemas psicológicos, pero no puedes estar seguro de ello.
De hecho, es mejor apartarse de todas las
expectativas tanto como sea posible. El LSD va a ser seguramente diferente de
cualquier cosa que puedas esperar, entonces ¿Por qué no acercarse a él
reconociendo que es territorio desconocido? Esto puede tener la ventaja de
rescatarte del juego derrotista de “¿Qué tan tripiado estoy?”. Debido a que no
sabes cómo es estar tripiado, no hay razón alguna de tratar de saber si ya estás
tripiado o no. Asumiendo que sea LSD genuino, y que has tomado suficiente, él
va a hacer su parte. Si debes saber que tan tripiado estás, mira el reloj. El
tiempo programado para una sesión de LSD va algo así:
Antes de tomar LSD, dibuja una gráfica como esta,
colocando el tiempo inicial en lugar del cero, y las horas siguientes en lugar
del 1, 2, 3, etc. Entonces, si quieres saber que tan tripiado estás, sólo mira
la gráfica y compárala con el reloj. Esto parece como una idea muy singular, pero
puede llegar a ser verdaderamente útil. Puede evitar que una sesión se termine
demasiado pronto (El juego de la parada apresurada). Puede que te salve también
de juegos de competencia espiritual, en la que la gente se preocupa de si han
subido tan alto como sus amigos. He conocido gente que ha tomado demasiado LSD
porque sienten que no han sentido una “muerte del ego” o un “estado de
transición”. Olvida todo acerca de los “niveles”. En gran medida carecen de
significado. Aprenderás lo que el estado del LSD significa para ti, después de
varias sesiones. No te preocupes si no es como la descripción de alguien más.
No puedes comparar que tan tripiado estás con que tan tripiado está Joe.
Entonces sigue el reloj. Si nada especial ha ocurrido después de hora y media,
te han estafado.
Uno escucha de mucha “preparación” para la
experiencia del LSD. Te preguntarás que clase de preparación deberías tomar. De
hecho, has estado preparando toda tu vida, y esos años de preparación van a
pesar mucho más que cualquier cosa que puedas hacer en el corto tiempo antes de
la sesión. Que te digan que te prepares para una sesión es como si te dijeran
“¡Preparate para conocer a tu creador!” unas cuantas horas antes de que te
disparen.
Si hay alguna preparación de último minuto para
la experiencia del LSD sería llenar tu mente con las cosas que son más queridas
y sagradas para ti. No te sumerjas en filosofía oriental, a menos de que ya
seas un amante de ella. El estado psicodélico no es más oriental que
occidental. Piensa en las cosas que te importan, la gente que amas, las cosas
que esperas hacer con tu vida. Trata de limpiar tu mente de emociones
negativas, de resentimientos y de celos. Di algo agradable a tu suegra, o a
quienquiera que llene ese lugar en tu mundo. Una buena conciencia es toda la
preparación que puedes tener.
Por el lado técnico, la preparación consiste en
asegurarse de que las condiciones físicas y sociales sean como deban ser.
Decide con buena antelación quien va a participar en la sesión. Todos deben
conocerse y confiar los unos en los otros. Entre más tiempo de la vida hayas
compartido con tus compañeros de viaje mejor. Hasta que seas bastante
experimentado deberías evitar tomar LSD sólo, y también evitar sesiones de dos
personas. Esto es especialmente cierto para parejas que no estén casadas, sin
importar su relación sexual. Una sesión de dos personas es muy difícil, porque
limita la interacción social a las dos personas. Hablar es difícil cuando estás
tripiado. Esto no es un problema en un grupo, puesto que todo el grupo puede
sentarse callado y nadie se va a sentir avergonzado. Pero en una pareja el
silencio se vuelve incómodo. Es poco saludable engomarse descifrando lo que la
otra persona esté pensando, y esto puede resultar en juegos de “adivinador
mental”. Una relación puede ser presionada dañinamente cuando dos personas
inexpertas toman LSD juntas. Para tus primeras sesiones mantén un grupo de tres
o cuatro. Debes evitar un grupo de más de cinco personas por ser demasiado
distractor.
Si ninguno es experimentado, es una buena idea
tener un amigo cerca que no tome LSD.
A través de este libro hay una mención frecuente
de ser “experimentado” en el uso de drogas psicodélicas. ¿Cuando eres lo
suficientemente experimentado para tomar LSD sólo o hacer otras cosas que a los
principiantes no se les recomienda? Esto depende de tu madurés y también del
número de sesiones que hayas tenido. Debes haber tenido al menos cuatro, y
estar satisfecho con el hecho de vivir una sesión –con todas sus 16 horas- sin
tener miedo, confundirte, deprimirte exageradamente o sobrepasarte con los
demás. Debes estar consciente de lo que está sucediendo en todas las fases de
la sesión y ser capaz de actuar con tu conocimiento tan racional y
eficientemente como si no estuvieras tripiado. Deberías ser capaz de llevar a
cabo los planes hechos al comienzo de la sesión. Deberías ser capaz de llevar a
cabo una conversación normal si la situación lo requiere. En otras palabras,
debes sentirte como en casa en el estado psicodélico.
Todos los participantes de la sesión deberían
reunirse con antelación y acordar la hora y el lugar, y la composición del
grupo. Todos deberían acordar permanecer juntos por al menos diez horas. Todos
deberían tener suficiente conocimiento sobre el LSD sobre cómo evitar juegos que
los malviajen, y deberían acordar no jugarlos.
El lugar escogido para la sesión debería ser
preferiblemente la casa de alguien, y si es posible que este lugar sea familiar
para los miembros del grupo. Asegúrate de que puedas permanecer allí sin ser
perturbado por al menos 16 horas. Debería ser un lugar limpio, atractivo y
cómodo. Debes levantar todo el desorden y limpiar el lugar. Es una buena idea
tener colchones y cojines suficientes para que todos tengan un lugar donde
recostarse si quieren (aunque mantenerse de pie es lo mejor para la mayor parte
de la sesión). Deberían tener cobijas y kleenex. No hay necesidad de tener
objetos artísticos o cosas para mirar a menos de que tengan algún significado
particular para alguno de los participantes. Entre más simple mejor. Si se
quiere música debe ser calmada y melódica, nada estridente o raro, y no debería
ser escuchada entre la segunda y la cuarta hora. La privacidad es esencial – si
en la casa hay visitantes que estén acostumbrados a llegar sin avisar, se hace necesario un letrero de “no molestar”
en la puerta o algo por el estilo. A nadie se le debería permitir entrar o
salir durante la sesión. Debería ser posible ir al baño sin aventurarse en
territorio público. Los teléfonos deben ser desconectados para evitar llamadas
que entren o que salgan. Un paisaje rural o suburbano es mejor, donde puedas
ver algo verde afuera en la ventana y tomar algo de aire fresco cuando la
abras. Si vives en Nueva York, tú te lo buscaste.
No tengas una sesión en una playa, en un campo o
en el bosque, a menos de que seas, otra vez, muy experimentado. Hay muchas
oportunidades para desorientarse, para asustarse por encontrarse extraños,
incomodidad física y juegos de “¿Dónde está Harry?” Permaneciendo en un cuarto
conocido tienes al ambiente cuidándote y no tienes que preocuparte por ello. La
confusión y la distracción son minimizadas.
Deberías asegurarte de tener dos días libres,
incluyendo el día de la sesión y el día después.
______
Juegos psicodélicos
Adicionalmente, además de asegurarte de tener un
ambiente apropiado para la sesión y asegurarte de tener un estado mental
tranquilo, deberías saber cómo evadir ciertas trampas. Estas son aquellas de
las que uno puede no ser consciente sin saber algo acerca de cómo es una
sesión. Casi todos tarde o temprano caen en estas trampas, pero si sabes de
ellas con antelación puedes salir mucho más rápido. Le he dado el nombre de
“juegos psicodélicos” a estas cosas que deben ser evitadas (pido perdón a
Szasz, Berne, Leary, y otros cuya definición específica de “juego” no me he
molestado en adoptar). Este es entonces un manual negativo, en el sentido que
te dice que no debes hacer. Dada una buena preparación y un conocimiento de lo
que no hay que hacer, lo que deberías hacer no debe presentar problema alguno.
Cuando se les dice lo que no hay que hacer en una
sesión, mucha gente pregunta “¿Por qué? ¿Es peligroso?” La mayoría de estos
juegos, con la posible excepción de “Sácame de aquí”, no tienen mucha
probabilidad de ser peligrosos. Yo recomiendo no jugarlos, no porque vayan a
hacerte daño, sino porque la sesión probablemente va a ser más placentera y más
satisfactoria si los evitas.
Algunas personas probablemente sentirán que este
manual es demasiado negativo. Ellos dirán que al discutir todas las cosas que
pueden salir mal en una sesión estoy dándole a las personas demasiadas cosas de
que preocuparse. Esta no es mi intención, así que déjenme decirlo claramente:
Es siempre posible que no estés tentado a jugar ninguno de los juegos que este
libro desaconseja. También es posible que el viaje a través de tu sesión sea un
claro deleite. Espero que así sea. En ese caso no necesitarás un manual, pero
no te hará ningún daño leer este.
Sáquenme de aquí.
Es el peor de todos los juegos psicodélicos. En
su peor forma puede convertir una sesión en una pesadilla para todos los
involucrados. Pero no lo tienes que jugar, si te convences de que no tienes que
hacerlo.
Es muy común que durante la primera parte de una
sesión, entre la media y hora y media desde la ingestión (la subida pronunciada
en la gráfica), te puedas sentir asustado, incómodo o confundido. Esto puede
que no suceda, pero si lo hace, eso no significa que algo está mal — esto sólo
es parte del proceso de subir para muchas personas, especialmente para las
inexpertas. No es fácil de explicar porqué sucede esto, porque es un
sentimiento muy peculiar y subjetivo. Puede tomar la forma de sentir que
pierdes el control, no ser capaz de seguirle pista a tus pensamientos, o de la
idea que hay algo que está sucediendo que tú no entiendes. Este sentimiento de
perder el control es en parte ilusorio: De hecho, estás en completo control de
tu cuerpo, si tuvieras que usarlo, lo que usualmente no es cierto puesto que
sólo debes permanecer sentado allí. Puede que sientas que no controlas
completamente tus pensamientos. De hecho, nunca los controlas, incluso cuando
no estás usando una droga, pero con el LSD pareciera que tienes más
pensamientos, que van de manera más rápida y menos lógica. Tus pensamientos se
van fácilmente por la tangente, así que puede que sientas una pérdida en el
sentido de continuidad, y los momentos parecen seguirse los unos a los otros
sin el hilo que los conecta normalmente. Esto puede ser desconcertante, pero no
es malo ni peligroso, y puede ser verdaderamente divertido si no luchas contra
ello.
La razón de que puedas controlar tu cuerpo
mientras tus pensamientos se apresuran de esta manera es que tu cuerpo se mueve
mucho más lento que tu mente. Por ejemplo, si fueras al baño, pensarías un
montón de cosas sin relación alguna cruzando el cuarto, pero cuando estés dando
cada paso estarías recordando lo que estabas haciendo y lo harías simplemente.
Para ti, parecería que estuvieras demorándote un tiempo increíblemente largo
para salir del cuarto, pero para un observador estarías moviéndote a tu
velocidad normal. Es importante recordar que el sentimiento de ser incompetente
es una ilusión, y que si tienes que hacer algo, simplemente ve y hazlo sin
preocuparte excesivamente en el largo tiempo que pareciera que te estuvieras
demorando.
Pero, volviendo al juego de Sácame De Aquí, puede
que haya un momento muy temprano en la sesión cuando te sientas incómodo. En
este punto podrías pensar “¿Porqué me metí en esto? Estaba lo suficientemente
feliz como estaba. ¡No me quiero tripiar! ¡¡Me quiero bajar!!”.
Ahora, aquello que no debes hacer es gritar
“¡Sáquenme de aquí!” porque entre más luches contra ello, más difícil es
cambiar de mentalidad y dejarse ir. Es más, al tratar de enlistar a otras
personas en la batalla, haces que el problema se mantenga aún más. Puedes ver
que cualquier cosa que hagas afecta el mundo afuera de tu cabeza mucho más que
cualquier cosa que solamente piensas. (Como muchos otros aspectos del LSD, esta
es una intensificación de lo que es verdad en la vida “ordinaria”). Si piensas
“Sáquenme de aquí” puedes recordar rápidamente que esta no es la manera
correcta de proceder, y corregirte. Pero si gritas “¡Sáquenme de aquí!” vas a
molestar a todos tus compañeros, y vas a tenerlos a todos haciendo alboroto
alrededor tuyo. Y tú no quieres eso, créeme.
Si persistes en este juego, puede crear una bola
de nieve. Te puedes sentir peor cada vez más, provocar más ansiedad en tus
compañeros, lo que te puede hacer sentir incluso más confundido y sin
esperanzas, y continuar así. Esto puede terminar en escenas de gritos y
llamadas frenéticas al médico. Esto es lo que se llama descontrolarse. Puedes
escuchar que se habla de los “descontroles” como algo que pasa, pero de hecho
pueden ser prevenidos, y la persona que puede lograrlo eres tú, no jugando los
juegos incorrectos.
Puedes ver que nadie te puede “sacar” del LSD
antes de que siga su recorrido natural. Pedirles a tus amigos que te bajen es
tan práctico como pedirle a tus compañeros pasajeros en un jet trasatlántico
que paren el avión y te dejen a mitad del camino. No recomiendo usar los
llamados “antídotos”. Estos son difícilmente
efectivos cuando se toman por vía oral. Para terminar una sesión prematuramente
se requiere de dosis masivas de un sedante suministrado por inyección, y los
amateurs no están en posición de proveer esto. Tomar un tranquilizante o
sedante por vía oral puede hacer más daño que bien, manteniéndote con tus
esperanzas de bajar — esperanzas que no se cumplen, y que te mantienen en tu
estado de luchar contra la experiencia. Una vez que hayas empezado una sesión
de LSD tienes que vivirla completa, así llegue el infierno o el diluvio. Si no puedes
aceptar esto, no empieces.
¿Qué deberías hacer cuando te empieces a sentir
asustado o infeliz? Bueno, ¿Qué harías en una situación sin drogas que fuera
alarmante e inevitable? Tratarías de ser tan valiente y animado como fuera
posible, y tratarías de mantener el humor de tus compañeros al igual que el
tuyo. El mismo método puede funcionar de maravilla en la sesión de LSD. Tomarse
de las manos en círculo es una buena manera de comunicar coraje y apoyo.
Estando tripiado puedes cambiar de humor muy rápido. Aquí, al igual que con la
acción física, puede haber una ilusión de incompetencia. Puedes pensar que
estás tan asustado o deprimido que no podrías sonreír, o que te llegue a gustar
la experiencia. Pero sólo trata por un momento de alejar tu mente de tu propia
ansiedad y pensar en tus amigos alrededor, y te sorprenderás de lo rápido que
te sientes mejor. Esto puede sonar como algún cliché para alguna clase de
religión de domingo, pero de alguna manera esas verdades son aun más ciertas
cuando estás bajo los efectos del LSD que en cualquier otro momento.
Si simplemente no eres capaz de ser valiente, la
otra cosa que puedes hacer es colapsar. Sólo pon tu cabeza encima de tu regazo
y deja que venga lo que sea. Nada puede salir mal así, y vas a darte cuenta muy
pronto de que lo que sea que venga no te va a lastimar en absoluto.
* * * * *
En este punto puede que sea útil desacreditar algunas de las ideas
que hacen a las personas pensar que existe algo que temer. Probablemente el
miedo mismo sea causado por algo más profundo que la desinformación, pero la
mente racional tiene su manera para apresurarse hacia ciertas visiones
monstruosas y hacerlas razones para tener miedo.
El miedo más común es el miedo de no ser capaz de aterrizar. Como
he señalado, es verdad que no puedes bajar por muchas horas, pero algunos periódicos
y revistas han hecho un gran trabajo de desinformación haciendo circular la
creencia de que alguna gente que ha hecho un viaje de LSD “nunca ha vuelto”.
Esta creencia sin sentido es responsable de mucho del terror innecesario. Claro
que vuelves. Esto es simplemente sentido común. El LSD, como otras drogas,
tiene un tiempo predeterminado de acción. No hay ninguna posibilidad de que
sigas tripiado una semana después de tomar LSD, como no hay ninguna posibilidad
de que sigas bajo la influencia del alcohol, la cafeína o la benzedrina después
de una dosis de esas drogas. La duración típica de una sesión de LSD es de 12 a
18 horas, más cuatro a ocho horas de sueño — tal
vez un poco más si tomaste una dosis excesivamente grande. Incluso la gente que
se descontrola vuelve a la hora esperada, sintiéndose como unos idiotas por
haber hecho tanto escándalo.
Las personas que están pasando por su primera
sesión son especialmente susceptibles a la creencia de que no van a aterrizar —
esto va para aquellos que están teniendo una experiencia de éxtasis como para
aquellos que están asustados. Probablemente esto se deba a que no han aprendido
a tomar en cuenta el estado alterado del tiempo. Esta es parte de la razón de
porqué es útil tener un reloj en el cuarto.
Otro miedo común es el de morir. Hay varias razones por las cuales
la gente tiene la idea de que están muriendo durante una sesión, pero no
necesitas engomarte pensando en esto si solamente recuerdas que ninguna persona
ha muerto por los efectos del LSD — y ha estado
usándose por más de veinte años y ha sido usado por cientos de miles de
personas. No se ha encontrado ninguna dosis letal, aunque algunos han consumido
hasta diez veces la dosis usual.
Algunos se preocupan por descontrolarse y hacer algo malo o muy
loco. Esto es una ilusión. La verdad es justamente lo contrario — que es necesario un cierto grado de voluntad para
hacer cualquier cosa. No tienes que preocuparte por lo que vas a hacer. La cosa
más fácil que puedes hacer es sentarte allí, y en la mayoría de los casos eso
es exactamente lo que debes hacer. Debido a que el LSD ha sido proclamado en la
prensa como el causante de una locura momentánea, probablemente veremos que
algunos criminales lo usen como una excusa para sus crímenes. El jurado puede
creérselo, pero esto simplemente carece de sentido. El LSD no te quita el
conocimiento del bien y del mal o el control sobre tus acciones.
Hasta que el LSD deje de ser ilegal, o
semi-ilegal en algunos estados, los usuarios se preocuparán de ser arrestados.
Esto no debe ser un problema si recuerdas lo siguiente: (1) No debes dejar
entrar a nadie que no sea parte del grupo original; (2) si a pesar de los
planes te encuentras en contacto con un extraño, él no va a saber que estás
tripiado. No es obvio para él de la manera que es para ti — no tienes que dar
explicaciones; (3) incluso si él sospecha que estás tripiado no puede probarlo;
(4) estar tripiado no es argumento para un arresto. Si te hace sentir más
seguro, asegúrate de que en la casa no hayan drogas.
Una quinta cosa sobre la que la gente se preocupa
cuando está en una sesión es pensar que sus compañeros le están jugando algún
tipo de broma. Estos son los sentimientos “paranoicos” de los que has escuchado
hablar: puedes pensar que tus amigos te están mirando de manera extraña o que
el significado de sus palabras tiene significados ocultos. El conocimiento de
que has escogido a tus compañeros de sesión entre gente en la que confías y que
los sentimientos paranoicos ocurren frecuentemente cuando estás bajo los
efectos de LSD debería ser suficiente para evitar de que te quedes atascado en
estas fantasías. Piensa algo agradable sobre tu amigo y el va a parecer mucho
más agradable y menos amenazador.
Lo importante es que no hay nada que temer
realmente en una sesión. Esto va a ser entendido claramente si analizas la
situación de la siguiente manera: Supón que no tomaste LSD, pero que decidiste
reunirte con unos amigos y pensar por 16 horas seguidas con alguna conversación
ocasional. Te puedes aburrir, pero no estarías corriendo ningún peligro
especial. Ahora, en la sesión de LSD, la situación externa es la misma que fue
descrita anteriormente.
La única diferencia es lo que está sucediendo en
tu sistema nervioso. La química de tu cuerpo ha sido cambiada de tal manera que
por las próximas 16 horas vas a tener experiencias y pensar muy distinto que
como normalmente lo haces. Pero eso no puede herirte. La próxima mañana te
levantarás siendo en gran medida el antiguo tú, con la excepción de que unas 16
horas muy inusuales serán añadidas a tu depósito de experiencia de vida.
Así que no necesitas que te saquen de allí. Y si
logras evitar jugar este juego habrás evadido la peor de las cosas que pueden
salir mal.
Si uno de tus compañeros de sesión está jugando
“¡Sáquenme de aquí!” no le digas que lo vas a ayudar a bajar, y no le ofrezcas
llamar a un doctor o un antídoto. Recuérdale que la experiencia es transitoria,
y si está preocupado asegúrate de mostrarle tu apoyo. Pero no hagas escándalo
ni trates de ser un psicoanalista. Normalmente es inútil preguntar lo que está
mal, puesto que el probablemente no te lo pueda explicar. Dada tu confianza y
apoyo, el puede luchar por superar sus propios miedos.
He estado discutiendo el juego de “sácame de
aquí” puesto que ocurre muy temprano en
la sesión. Ocasionalmente también es jugado alrededor de la séptima hora,
durante el periodo de “re-entrada”. Aquí el problema no es tanto el miedo sino
la incomodidad física, el cansancio, la depresión o la desilusión de aterrizar.
Estos problemas no son usualmente severos si has hecho lo que deberías durante
las primeras horas, y si permaneces dónde estás y no juegas “parada apresurada”.
La regla es la siguiente: No trates de salir de allí. Esta fase debe proceder a
su propio ritmo. Si tus músculos están tensos, un poco de librium o marihuana
te puede ayudar a relajarte. Debes evadir el alcohol y comer demasiado.
___
Este no
cuenta
Se juega cuando quiera que alguien tome un
psicodélico por cualquier propósito trivial o poco serio.
Lo más común es cuando tomas una droga de cuya
potencia no estás seguro. Entonces pruebas un poquito para ver si funciona. Y
lo hace. Y entonces descubres que tienes que vivir el viaje entero, y que no lo
habías planeado así.
Luego, también están las sesiones a las que se
entra por el único propósito de comprobar alguna hipótesis científica
impersonal sobre los efectos de la droga. Tomemos algo de LSD y veamos que tan
rápido podemos memorizar sílabas sin sentido, o que tan grandes se vuelven
nuestras pupilas.
No hay nada malo al probar estas hipótesis
científicas bajo los efectos del LSD, pero es mejor dejarlo para cuando seas lo
suficientemente experimentado para hacer estas cosas sin perder el contacto con
la experiencia espiritual de la experiencia.
Una sesión de LSD siempre va a ser un encuentro
intenso con la realidad. Cada sesión cuenta. Si recuerdas esto por encima de
todo cuando vas a una sesión, podrás ser capaz de mantener otros propósitos en
su lugar.
_______
Juegos
de evasión
Los cuatro juegos que siguen: El Bebé, El Diván, y Tengamos Una
Orgía se superponen en cierto modo, y tienen en común un intento de evadir la
responsabilidad de la sesión. Probablemente todos juguemos diferentes juegos
para evadir la responsabilidad de nuestras vidas diarias, algunos de los cuales
el LSD tiende a atravesarlos y exponerlos a la vista. Algunas personas, en un
esfuerzo para evadir la incomodidad de ser expuestos a sí mismos, se sumergen
en un gran número de juegos distractores que parecieran ser intentos de probar que
ellos están realmente drogados, son irresponsables y no saben lo que hacen; o
pueden intentar de volverse totalmente dependiente de alguien más, como un
niño. Las fiestas alcohólicas son el prototipo de este juego en nuestra
cultura. Debido a que el alcohol, en grandes cantidades, verdaderamente nubla
la conciencia y debilita su funcionalidad, existe algo de verdad en asegurar
que una persona borracha no es enteramente responsable. Esto da a los jugadores
un amplio espacio para hacer el ridículo, excusándose luego en el hecho de que
estaban borrachos.
Con el LSD no hay una escusa como esa. La conciencia se eleva, no
se nubla, y no hay ningún impedimento
para la coordinación muscular, más allá de, tal vez, algo de mareo al comienzo.
Si juegas alguno de los siguientes juegos sabrás que es tu propia culpa, sin
importar lo que hagas creer a los otros.
El Bebé
Un hombre joven que conozco, que pareciera que apenas acaba de
cumplir un año, tiene un procedimiento estándar cada vez que ve algo
interesante o bonito. Él lo coge y alegremente lo vuelve pedazos. Algunas
personas son así durante las sesiones. Ellos van por ahí metiendo los dedos en
cualquier lugar, aplastando cosas, y dejándolas caer donde sea. Ellos tiran las
espumas del jabon o los kleenex por el suelo. Es verdad, los objetos normales
pueden ser fascinantes cuando estás tripiado, y mantienen algo de lo
maravilloso y nuevo que deben ser para un niño pequeño. Pero sé cuidadoso. No
destruyas lo que aprecias. De otra manera tu reentrada va a ser difícil,
mientras vuelves a un cuarto que está completamente desordenado, y vas a tener
que limpiarlo o si no nunca vas a encontrar tus zapatos.
Otra variante de “El Bebé” es cuando en una sesión un participante
actúa de manera indefensa y espera que los otros lo cuiden. Se comunica sólo en
monosílabos o ruidos sin sentido, y quiere que los demás le pongan atención y
le den comida y agua. Supongo que los freudianos llamarían a esto una
“regresión a la etapa oral”, pero yo lo llamo jugar al Bebé, como un
recordatorio de que no solamente le pasa
a una persona, sino que está bajo su control. Si tú juegas a ser El Bebé, te
pierdes mucho de la alegría de compartir la experiencia con tus amigos. Además,
vas a sentirte como un tonto más tarde, y nadie querrá tripiarse contigo de
nuevo.
El diván
Es un juego en el que decides que la sesión fue hecha para tu
psicoanálisis personal, y empiezas a contarle a cualquiera que te escuche todos
tus traumas de la niñez y neurosis actuales.
No me malinterpreten, mostrar algo de sí mismo hasta cierto punto
es bueno. A medida que ves a través de algunas de tus fobias y obsesiones
puedes sentirte alegre de contarle a alguien, y usualmente encuentras a alguien
de tus amigos que también ha estado obsesionado sobre la misma cosa
insignificante tuya, y ustedes se ríen juntos y disfrutan del sentimiento de
alivio.
Jugar al Diván es otra cosa. Verter todo el caudal de conciencia
que brota de tu mente y gritarlo al mundo no es honestidad, es un intento de
monopolizar la atención, y eso también tiende a mantener tu mente estancada,
ocultando nuevas maneras de ver tus problemas.
Las personas que juegan al Diván son horriblemente aburridas.
Claro, es diferente si te estás tripiando con tu psicoanalista, y si eso es lo
que él quiere que hagas. No puedo imaginarme querer estar tripiada con un
loquero, pero uno nunca sabe de los gustos de la gente.
El Borracho
La persona que juega a ser “El Borracho” trata de evadir cualquier
encuentro existencial en la sesión, reduciéndola a lo trivial. Él sabe que
cualquier cosa que esté experimentando es “solamente la droga” así que no deja
que el ácido lo mueva. Se ríe incesantemente de manera tonta y disimulada, se
mueve con una torpeza exagerada, y generalmente se hace el gracioso.
Como el caso del Bebé y El Diván, este es un caso en el que se
lleva al extremo algo que es un elemento normal en la sesión. Hay un cierto
grado de lo absurdo y cierto grado de humor sobre cosas que normalmente son
serias, lo que es uno de los placeres de la experiencia del LSD. Pareciera
extraña una sesión en la que nadie se riera.
El problema con el chico que hace de Borracho es que no dejará
cuarto para nada más. Nada puede ser sagrado para él. No puede decir nada sincero
sin calificarlo inmediatamente con un comentario cínico o sin sentido. A menudo
el muestra que piensa de su “indulgencia” del LSD como una cosa muy disipada o
sucia para hacer. En otras palabras, hace todo lo que sea posible para escudar
su pequeño ego del impacto del LSD, pretendiendo simplemente que está borracho.
Se engaña a sí mismo y baja a sus compañeros.
Tengamos una orgía.
Es como el juego del borracho,
sólo que peor. En una de mis primeras sesiones con semillas de gloria de la
mañana había un chico que se la pasaba pateando el suelo nerviosamente y
diciendo “Pongamos algunas canciones y hagamos una maldita fiesta” — lo que se
prestaba para la confusión de los demás, quienes apenas se estaban
acostumbrando a este nuevo estado de conciencia y no estaban en absoluto con
los ánimos para rumbear, pero se preguntaban si estaban siendo unos aguafiestas
por no satisfacer estas demandas.
Algunas personas que se encuentran
con los extraños e intranquilos efectos iniciales del LSD, responden
arrojándose a una frenética persecución del placer sensual. Es una forma de
jugar “Sáquenme de aquí” sin la parte de gritar. Y como los juegos del Bebe y
El Borracho, reposa en la asociación cultural de las drogas con la
irresponsabilidad y el comportamiento salvaje. Para ayudar a convencerse, el
jugador trata usualmente de llevar a sus compañeros hacia el juego. La
naturaleza forzada de este comportamiento se vuelve obvia cuando te das cuenta
que el efecto del LSD disminuye, y en su punto máximo elimina virtualmente, los
antojos físicos. La música fuerte, la comida, los juegos sexuales, saltar,
pueden hacer poco para confortar a la persona cuyo problema real es que quiere
calmar sus pensamientos.
Si uno de tus compañeros de sesión
está jugando este juego, debes saber que no tienes que jugar con él y ser
complaciente. Siéntate calmadamente y anímalo a hacer lo mismo. Los placeres
verdaderos de la sesión, incluyendo los sensoriales, vienen sin buscarlos, sin
forzarlos, sin hacer nada.
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¿Donde está Harry?
Es un juego que se juega usualmente alrededor de la quinta hora de
la sesión, aunque puede suceder en cualquier momento.
Piensas que te gustaría andar por ahí alejándote del grupo
haciendo esto o aquello (comer un refrigerio, ver como se ve el Harvard Square
cuando estás tripiado, visitar a Joe, etc). Si sales del cuarto sigilosamente
con el pretexto de ir al baño, nadie se dará cuenta por algún tiempo. Te
sientes confiado de que vas a estar bien. Después de todo es tu sesión ¿Ver
todas las cosas que quieras mientras puedas no es algo que te debes a ti mismo?
No es cierto. En primer lugar es muy desconsiderado. Tus
compañeros se van a dar cuenta de tu ausencia muy pronto. El tiempo pasa muy
lento para ellos — incluso una ausencia de diez
minutos puede parecer una hora. Estás en un estado donde te distraes
fácilmente. Una vez que hayas salido afuera a deambular no se sabrá cuando
volverás. Y todo lo que tus compañeros podrán pensar es poco más que “¿Dónde
está Harry? ¿Está bien? ¿Deberíamos mandar a alguien para buscarlo y
asegurarnos de que está bien?”.
Puede que sientas que es obvio que estás bien y
que es realmente tonto de su parte preocuparse. Sin embargo, ellos se van a
preocupar y esto es algo natural. Hay todavía cierta distancia entre ti y el
mundo no tripiado. Tus amigos no están seguros de otra cosa que no seas tú
metiéndote en algún tipo de problema. Pareciera que tú te hubieras ido por un tiempo horriblemente largo.
En segundo lugar, estás confundiendo las
categorías si crees que ver el mayor número de cosas posible significa
deambular por ahí y ver tantos lugares y cosas físicas como sea posible. El
viaje es interno. Moverte por ahí y buscar una gran cantidad de estímulos
externos es solamente una distracción.
Una tercera razón es que las personas que viven
juntas una sesión forman una pequeña comunidad. Permanecer juntos ayuda a
mantenerlos a todos arriba, puesto que todos se refuerzan mutuamente.
Encontrarías que no es tan fácil comunicarse con la gente de afuera que con tus
amigos, puesto que no han sentido esta experiencia tan intensa. Tus amigos te
necesitan para mantener el ambiente del grupo, y tú los necesitas. Así que
mantente junto a ellos. Esto no significa que deberías apartarte de tus amigos
no psicodélicos, pero habrá bastante tiempo para ellos cuando no estés
tripiado.
Si algún otro miembro te pone a jugar “¿Dónde
está Harry?”, no mandes a una persona tripiada a buscarlo, puesto que esto sólo
cambiará el juego a uno de “¿Dónde están Harry y Bill?”. Si hay alguien que no
ha tomado LSD en el grupo puedes pedirle que vaya a persuadirlo de que vuelva,
o por lo menos de que se asegure de que está bien.
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El
adivinador del pensamiento
El sentimiento de que sabes justamente lo que ocurre en la mente
de alguien más, o que están pensando lo mismo que tú estás pensando, ocurre
frecuentemente en las sesiones. Algunas veces tú estás en lo cierto y otras no.
La cuestión de si la telepatía ocurre o no durante las sesiones (o durante
cualquier otro momento) es realmente controversial. Pero una cosa es cierta: Al
menos algunas veces en las que piensas que sabes lo que tu compañero está
pensando, tú estás completamente equivocado.
Los intentos verbales para comprobar si tus esfuerzos de leer el
pensamiento son menos satisfactorios cuando son realizados durante una sesión.
Esto sucede debido a que los intercambios verbales bajo el LSD consisten en una
parte de palabras y nueve partes de insinuaciones. Desafortunadamente, las
insinuaciones que el hablante trata de comunicar, o las cosas que ha
comunicado, son muchas veces diferentes de lo que el escucha piensa que quiso
decir. El resultado va desde malentendidos graciosos hasta sospechas paranoicas
y molestias.
Las expresiones faciales no son un indicador adecuado de
pensamientos tampoco, porque puedes verlos distorsionados, y tu puedes
proyectar tus propios pensamientos en ellos.
Un subproducto infortunado del juego de “Adivinador de Mente” es
que el jugador puede sentirse desilusionado y traicionado cuando su compañero
falla al actuar de la manera en que el
adivinador piensa que va a actuar. O el Adivinador puede volverse paranoico
cuando él piensa que percibe pensamientos hostiles entre sus compañeros. Del
mismo modo, él puede confundir a sus compañeros si adopta una actitud de “sé lo
que estás pensando” o “Tú sabes lo que quiero decir”. El compañero se pregunta
desesperadamente cómo responder en esta situación en la que él no sabe lo que
su amigo sabe que él sabe que su amigo sabe.
Las reglas para evadir este tipo de situaciones son: (1) No asumas
que tú sabes lo que tus amigos están pensando, incluso si así parece; (2) No
asumas que ellos saben lo que tú estás pensando; (3) evita las conversaciones
largas durante el punto más alto de la sesión. No te esfuerces en asegurarte de
entender lo que la otra persona trata de decir. Si este esfuerzo persiste,
abandónalo y date un minuto de silencio; (4) Cuando hables, habla de manera
literal en vez de figurativamente, en frases cortas y concretas; (5) Si se te
pregunta algo, da una respuesta literal y directa.
Si deseas experimentar con la percepción extrasensorial durante la
sesión, esto debe ser acordado con los miembros previamente. Como otros
experimentos científicos, esto es mejor posponerlo hasta que hayas tenido
varias sesiones con LSD.
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Tengo
todas las respuestas
Los novatos del LSD a veces se convencen de que tienen todas las
respuestas a todos los misterios de la vida y el universo. Las mismas personas
que son las más dogmáticas acerca de esto son muchas veces las más confundidas
y perplejas alrededor de la hora siete, cuando están volviendo a la conciencia
ordinaria.
Ve lentamente. Hay pensamientos válidos que se tienen en el estado
psicodélico, pero su valor radica en su aplicabilidad en el diario vivir.
Recuerda que estás en un estado transitorio, y piensa en cómo puedes poner a tu
pensamiento a trabajar para ayudarte a llevar una vida más rica y mejor en tu
conciencia ordinaria. No fuerces tus ideas sobre tu conciencia. No hay nada
malo en expresar tus pensamientos, pero debes respetar el hecho de que tus
compañeros tienen sus propios pensamientos.
Si alguna vez sientes que tienes todas las respuestas puedes estar
seguro de que no es así, sin importar cuantas sesiones has tenido.
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El Mesías
El jugador de “El mesías” no solamente cree que
tiene todas las respuestas, él tiene que decirle al mundo acerca de ellas. El
va a la calle o coge el teléfono y trata de llamar al presidente. Cualquiera
que interfiera con él está impidiendo la salvación del mundo y es puesto en su
lugar.
Uno no puede evitar simpatizar un poco con este
tipo. El mundo sí necesita una salvación. Si tan solo fuera tan fácil.
Desgraciadamente, los pensamientos con LSD, vívidos como pueden parecerte, no
se sirven listos para comunicarse. Siendo esencialmente no verbales, no son
siquiera fáciles de recordar. Vas a estar por encima del promedio si puedes
evitar esto.
El mensaje urgente que tienes que decirle a aquellos afuera, si es
que hay algo verdaderamente comunicable y que valga la pena comunicar, puede
ser transmitido mañana más efectivamente, porque estarás en un estado mental
más cercano al de tu audiencia. Escríbelo.
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Nosotros contra ellos
Hay algo acerca de las revelaciones del LSD que
las hace tan obvias que no puedes imaginarte cómo no las supiste antes. Esto
tienta a algunos a saltar a la conclusión: Son ELLOS. Ellos (la gente cuadrada,
el establecimiento o lo que sea) no quiere que la gente conozca esto. Lo están
manteniendo en secreto.
Ahora, esto no tiene mucho sentido, porque Ellos
tendrían que haber tomado LSD ellos mismos para mantener el secreto, y Ellos no
lo han hecho. Pero las restricciones legales sobre las drogas psicodélicas añaden fuerza para que muchos salten a esta
hipótesis improbable, y construyan una visión de una sociedad dividida entre los
Chicos Buenos y los Chicos Malos.
Hay dos asuntos separados aquí: ¿Por qué están
prohibidas las drogas psicodélicas? Y ¿Por qué no tienes el mismo nivel de
iluminación cuando no estás tripiado? Dudo que estos asuntos tengan alguna
conexión el uno con el otro, porque la gente que prohíbe el LSD no conoce mucho
acerca de la experiencia. Los políticos que hacen las leyes están usualmente
motivados por un complejo deseo de promover el bien común y el deseo de avanzar
en sus propias carreras, condicionados siempre por lo que conocen y por lo que
no. Algunos sin duda creen sinceramente que el LSD es peligroso, y que hacer
una ley puede reducir el daño. A otros puede que no les importe el LSD, pero
ven una oportunidad política al prohibirlo. Lo que es extremadamente improbable
es que un grupo de hombres malvados en un cuarto lleno de humo hayan conspirado
para mantener algún secreto cósmico lejos del conocimiento público.
La razón por la cual no tienes cierto tipo de
conciencia sin la ayuda de LSD es probablemente que simplemente tu sistema
nervioso no trabaja de esa manera. ¿Debería trabajar de esa manera? ¿Es el
estado psicodélico el estado natural, del que te ha privado tu crianza
particular?
No creo que eso sea verdad. No hay evidencia
de que en ninguna cultura, en ningún
lugar, se haya producido una raza de individuos permanentemente alterados. El
estado psicodélico, el cual es apropiado para la contemplación y el resumen del
universo, puede que no sea apropiado para la clase de trabajo que satisface las
necesidades de la vida. Recuerda que los psicóticos y los iluminados que se
supone han (de alguna manera romántica) obtenido una alteración de los sentidos
permanente tienen que ser mantenidos por los demás.
¿Esto significa que no puedes llevarte nada de la
experiencia contigo? Obviamente eso no es lo que significa, puesto que las
experiencias psicodélicas parecen tener una impresión muy profunda en aquellos
que las tienen. Cualquier pensamiento que puedas formular verbalmente puede ser
traído de vuelta, y va a ser útil incluso si no tiene la inmediatez emocional
de la sesión. Algo del brillo de éxtasis puede ser recordado, pero solo
tenuemente, y te darás cuenta cuando tengas una segunda sesión cuanto habías
olvidado. El esfuerzo de traer de vuelta y aplicar a tu vida diaria lo que
aprendiste de la sesión de LSD es un reto continuo.
Hay que esperar que no vayas a volver con un
punto de vista arrogante sobre la humanidad que divida el mundo entre Aquellos
Que Hemos Estado Allí y los que no. Un sentido de comunidad con tus compañeros
de viaje es natural y es bueno, pero, si dañas tus relaciones con los no
usuarios y los miras por encima del hombro como gente cuadrada, te volverás
irrelevante y tu mensaje no va a ser escuchado.
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La
Parada Apresurada
Es el más común de los errores en las sesiones, y tal vez el que
menos se merezca el llamarse juego, debido a que muchas veces resulta de la
ignorancia en vez de algún tipo de acto de deshonestidad o evasión. Simplemente
es el intentar terminar la sesión demasiado temprano.
Una sesión de LSD dura como mínimo 12 horas, más a menudo 16. Pero
como puedes ver en la gráfica, hay una parte entre la cuarta y la sexta horas
en la que la intensidad de la experiencia cae rápidamente y las horas
siguientes tiende a desaparecer. Esta fase ha sido llamada algunas veces como
el periodo de “re-entrada”. El periodo de re-entrada retiene los pensamientos
acelerados de las primeras fases de la sesión, con algo de mayor distorsión
visual y sensaciones somáticas, y menos de la euforia y flexibilidad de humor.
Se siente mucho más como el estado normal que antes, pero no es el estado
normal. La mayoría de la gente a la cual no se le ha dicho otra cosa asume que
la sesión se termina cuando ellos llegan a este punto alrededor de la quinta
hora, y tratan de volver a sus actividades de todos los días, como salir, comer
algo o tratar de dormir.
Este es un error, porque apresurarse a realizar actividades
diarias tiende a disipar los pensamientos de la sesión, y también tiende a ser
algo depresivo o a ser un “bajonazo”. Dormir es imposible, y los intentos
prematuros usualmente te vuelven más incómodo. Comer demasiado temprano en la
sesión te puede hacer sentir enfermo.
De hecho, algo del trabajo más valioso de la sesión puede hacerse
durante la re-entrada. Este puede ser el periodo en el que puedes volver a
pensar acerca de las percepciones de la sesión, desde un punto de vista que
tiene la ventaja de estar más cerca a tu estado normal. Realmente, el hecho de
que tu experiencia sea simplemente un evento aislado o sea relevante para tu
vida como un todo puede depender en gran medida en como uses tu periodo de
re-entrada. Permanece en un lugar, junto con tus compañeros de sesión. Pueden
hablar más de lo que lo hacían antes, pero los periodos de silencio siguen
siendo útiles. Siéntate calladamente y medita, no te distraigas. Esto requiere
paciencia, porque las horas de re-entrada pasan muy lentamente. Para la
undécima hora está bien comer una comida ligera o irte si así lo quieres.
Después de las dieciséis horas deberías ir a la cama y dormir un poco. Si
tienes dificultades para dormir en este punto, una dosis ligera de Librium o
fenobarbitona te ayudará. Vas a estar algo tripiado hasta que te vayas a
dormir.
_______
Unos cuantos consejos
Una sesión cansa demasiado aún sin estar
despierto toda la noche. Toma un buen descanso nocturno y empieza en la mañana.
Evita los espejos. Cuando estás bajo los efectos
del LSD probablemente te viste horrible en el espejo, probablemente porque tus
pupilas están dilatadas y ves todos tus poros. Realmente no te ves tan mal.
No te quedes mirando a un compañero solamente
porque su cara esté cambiando en un millón de formas diferentes. Él no sabe
porqué lo estás mirando.
Respeta el estado no-tripiado: tienes que vivir
en él.
Escribe tus memorias en alguna forma en que las puedas entender el día
de mañana.
Para evitar los juegos que malviajan:
Permanece en un mismo lugar.
No hables demasiado.
Se considerado con tus acompañantes.
_______
Así que has tomado LSD
Primero que todo, si no has dormido varias horas
de sueño desde que tomaste LSD estás en
la página equivocada. Devuelvete a la página con el título de “Parada
apresurada”. Vuelve a esta sección mañana por la mañana.
* * *
Así que has tomado LSD. Fue tu experiencia propia
y única. Te puedes estar preguntando si varios aspectos de tu sesión fueron típicos
o no. Sin duda algunos lo fueron y algunos no. Debido a que eres una persona
única, tu experiencia no fue como la de ningún otro. Si en las semanas que
vienen encuentras, hablando con tus amigos, que algo te pasó y nadie lo sintió,
eso, de ninguna manera, es típico.
Por los próximos días vas a experimentar un humor
que es un poco diferente que el usual.
Si la sesión fue buena, probablemente te sentirás mejor que lo usual.
Pero si la sesión te desilusionó puedes sentirte deprimido. Si es así debes saber
que este es un efecto secundario que se va más o menos en dos días. La
experiencia de un humor alterado después
de una sesión dura tanto como la tolerancia fisiológica al LSD y puede tener
posiblemente una base física como psicológica.
Puedes preguntarte si deberías tomar LSD otra
vez, y si es así ¿Qué tan pronto? Yo recomiendo esperar como mínimo tres meses.
¿Por qué tanto tiempo? Bueno, con suerte esta sesión te ha dado mucho que
pensar. Debes tener tiempo para trabajar en integrar lo que has aprendido a tu
vida diaria. Después de que hayas vivido con ello por varios meses puedes
volver al LSD desde un nuevo punto en tu camino de la vida y encontrar nuevos
mensajes y nuevos significados. Pero si tomas LSD muy frecuentemente puede
volverse una fuerza perturbadora: en vez de ganar fuerza y entendimiento puedes
simplemente volverte más confundido. También la experiencia puede perder su
profundidad, puede volverse común e ineficaz. En general, pienso que entre más
espero para otra sesión, esta adquiere un mayor significado y es más
provechosa. (Si lo que te hablo del significado no tiene ningún sentido para ti
porque tu sesión no significó nada para ti, puede que hayas sido estafado con
la dosis, o puede que tu estado mental te previno de dejarte ir. Sin embargo,
todavía recomendaría esperar algunos meses antes de probar otra vez).
Pienso que la mayoría de las personas, justo
después de una sesión, se dan cuenta de que no deberían tripiarse otra vez en
el tiempo cercano, pero a veces se les olvida como se sintieron y lo hacen de
todas formas. Por eso deberías tomar una decisión acerca de cuanto vas a
esperar para la próxima vez y aferrarte a ella.
Si tomas LSD otra vez, tu próxima sesión va a ser
diferente de la primera, de hecho cada sesión subsiguiente va a ser distinta.
Hay algo muy especial acerca de la primera sesión que nunca se repite. No
trates de repetir o revivir sesiones pasadas. Da la bienvenida a lo que cada
nueva experiencia puede añadir a lo que has aprendido.
Ahora que has tenido esta experiencia ¿Qué haces
al respecto? La gente se ha estado preguntando esto desde que los psicodélicos
fueron descubiertos y esta pregunta realmente nunca ha sido respondida. ¿Vas
por ahí tripiando a todos los que puedas (esperando que de pronto ellos sepan
que hacer al respecto)? ¿Vas a emular a la gente cool adoptando su moda
psicodélica y su modo de hablar? ¿Deberías volverte un monje? ¿Deberías empezar
con el budismo o con la astrología? ¿A quién deberías de pedir consejo?
Un factor que complica todo es que en el tiempo
en el que escribo (principios de 1967) la palabra “psicodélico” parece ser un
adjetivo que vende jabón. Muchas cosas que tienen poca relevancia con la
experiencia del LSD pasan bajo el nombre de “psicodélico”. No te apresures a
creer lo que alguien más llama psicodélico si no tiene sentido en términos de
tu experiencia. Deja de juzgar lo que dicen y averigua que clase de personas
están envueltas en ello y a donde los está llevando. Lo mismo aplica para los
cultos a los que otros usuarios de LSD puedan pertenecer. Los cultos y las
modas son transitorios. Trata de distinguirlos de aquello que sea una verdad
duradera en tu experiencia.
Debido a que el uso del LSD es un problema social
controversial, vas a tener que decidir qué parte vas a jugar en los conflictos
sociales y legales al respecto. Puede que yo misma esté sesgada, pero siento
que cualquiera que le deba algo de valor al LSD debería tomar partido. Si te
mantienes callado y haces calladamente aquello por lo que otras personas están
yendo a la cárcel, esto deteriora tu integridad. Claro que no quieres ir a la
cárcel tú mismo y de esta manera reducir el bien que puedas proporcionar.
Es necesario aprender sobre las leyes en tu zona
(de los estatutos, no de los rumores) y aprender aquello por lo que la gente es
arrestado y por lo que no. De hecho, a uno no lo arrestan por escribir o hablar
sobre sus experiencias con el asunto del LSD en general. Algunos están
dispuestos a ser procesados para crear precedentes penales, pero esto no es
para todos y si quisieras hacerlo deberías
planearlo cuidadosamente con la ayuda de un abogado.
Las maneras en que las personas crean su visión del
mundo son tan individuales como sus
vidas, y este libro no puede ir más lejos en decirte cómo hacerlo. Encontrarás
algunas de las respuestas en tus sesiones y en tus experiencias de vida entre
sesiones. Puede ser tan fácil como vivir, o tan difícil.
_______
Apéndice sobre otras drogas psicodélicas y su uso.
Lo que este libro dice acerca del LSD aplica
también, de manera general, para el peyote, la mescalina y el psilocybin, y a
veces para las semillas de gloria de mañana y para las semillas de rosa lisérgica,
aunque estas últimas no parecen funcionar para todos. La principal diferencia
es el tiempo.
Mientras que el LSD hace efecto antes de una hora
del consumo, la mescalina requiere un poco más, y el peyote y las semillas de
gloria de la mañana de tres a cuatro horas. La duración de la experiencia es un
poco más corta con la mescalina y el peyote. No he tomado psilocybin, pero me
han dicho que sus efectos duran aproximadamente la mitad que el LSD.
Cuando se usa el Peyote, la mescalina o las
semillas siempre hay algo de nauseas. Por esta razón estas sustancias deben ser
tomadas con un estomago vacío, y con pastillas para el mareo tales como
Dramamine. Si ocurren nauseas, acuéstate y quédate quieto. No vomites antes de
que hayan pasado tres horas. Usualmente las nauseas se van mientras te elevas.
Esto raramente ocurre con el LSD, y si sucede está bien vomitar porque el LSD
ya no estará en tu estomago.
El DMT tiene efectos mucho más cortos (media hora
o menos). Por esta razón no tiene muchas veces el impacto filosófico de otros
psicodélicos. La rapidez y la calidad del DMT a veces lleva a su abuso, y el
resultado es el empobrecimiento de la experiencia psicodélica. Esta droga no
debería ser usada más frecuentemente que el LSD.
Dosis
El principiante debería tomar una dosis completa,
si no una más elevada que ayude a superar la resistencia. Más adelante
encontrarás que una dosis más pequeña es apropiada para ti. No hay razón para
tomar una dosis más alta de la necesaria para inducir la experiencia psicodélica,
debido a que estas cantidades de exceso simplemente se desperdician. Las dosis
adecuadas para empezar son:
LSD: De 200 a 400 microgramos.
Mescalina: De 500 a 800 miligramos.
Peyote: De ½ a ¾ de onza. Peyote seco.
Las semillas de gloria de mañana (Heavenly blue o
cualquier otra variedad azul o blanca): Desde 300 hasta 400 semillas molidas
finamente (o cerca de dos cucharadas de semillas molidas).
Semillas de rosa lisérgica (Argyreia nervosa): De
diez a dieciocho semillas molidas.
Nunca tomes una dosis parcial de semillas de
gloria de mañana o de rosa lisérgica debido a que esto usualmente causa
malestar y poco más. Con otros psicodélicos es posible usar pequeñas dosis para
experiencias más suaves o para acompañar a alguien que está tomando una dosis
completa. Las cantidades de LSD tan pequeñas como los diez microgramos tienen
un efecto notorio, probablemente 25 microgramos es una dosis adecuadamente
pequeña para la mayoría de la gente. La duración de la sesión es casi la misma
que con la dosis completa.
Es desastroso, pero cierto, que alguien que
compra LSD hoy muchas veces no sabe lo que está obteniendo. La capsula que dice
contener 500 microgramos puede contener sólo 100, o puede tener anfetaminas o
otros adulterantes. Esto se debe a la eliminación de una competencia abierta
que resulta cuando cualquier producto es expulsado a la clandestinidad. No hay
otro remedio que boicotear a los proveedores que hacen trampa, y el amateur
muchas veces no tiene un método seguro de saber si lo han estafado. Como una
mínima precaución, aconsejo boicotear a los llamados “LSD” que vienen en
cápsulas. Debido a las cantidades extremadamente pequeñas de LSD que hacen una
dosis, la manera más lógica y más conveniente de distribuirlo es ponerlo en una
solución líquida, la cual puede ser usada para impregnar un cubo de azúcar o
algún papel absorbente. Ponerlo en una cápsula es inconveniente, y la única
motivación puedo pensar para hacerlo es para añadir alguna otra droga más
grande a la mezcla, la que, debido a su mayor volumen, no puede ser fácilmente
disuelta en unas cuantas gotas de líquido. Si compras cubos, papel o solución
líquida, te pueden dar una dosis más pequeña, pero al menos sabrías que no
estás consumiendo drogas desconocidas. No es cierto que los cubos se
“degeneren” rápidamente. Cualquier LSD razonablemente puro que esté protegido
de la luz y a temperatura ambiente debería mantenerse potente por lo menos por
un año.